El precio de los costes de la construcción de viviendas de nueva obra se ha disparado en 2021, con una subida del 15,3%, según el informe de Tendencias del Sector Inmobiliario elaborado por Sociedad de Tasación. Al aumento de los precios de las materias primas (aluminio, madera, hormigón, acero, cobre…) se suma la falta de mano de obra cualificada. Dos aspectos que, de continuar así, pueden poner contra las cuerdas a todo un sector que está sufriendo las consecuencias más negativas de la inflación de materiales. Esto puede provocar importantes desajustes en el sector inmobiliario, sobre todo porque todavía no se están repercutiendo los costes al cliente final. La Confederación Nacional de la Construcción (CNC) anunciaba en el mes de noviembre que esto podría paralizar las obras del 40% de las empresas.
Hacer acopio de materiales para evitar que la sucesiva escalada de precios incida en los presupuestos podría ser una solución de emergencia. Sin embargo, esto solo acarrearía un serio problema de suministros a la mayoría de las compañías y un cash flow negativo que no todas las empresas o industriales podrían soportar.
«Imposible solo significa que aún no se ha encontrado la solución» (Henry Ford).
Este escenario coyuntural adverso es una oportunidad para buscar, entre todos, nuevas soluciones. La industrialización permite incluir -de forma estandarizada- el conocimiento y la experiencia previos desde la fases tempranas del proyecto, realizar una constante mejora de procesos y construir de forma óptima cada edificio según su ubicación y uso. Cambiando los procesos constructivos y utilizando plataformas estructurales abiertas para diseñar los proyectos, para fabricar y construir de forma más eficiente y rentable, al tiempo que se reduce la mano de obra y los costes.
En momentos como este es cuando hay que mirar alrededor y buscar soluciones novedosas, como la construcción industrializada, que permitan construir mas rápido y más eficiente. Pensar de otro modo, para construir de otro modo.
En la estrategia de diseño y fabricación, se recomienda la estandarización de aquellos componentes de menor valora añadido para el cliente final, enfocando la inversión en aquellos que generan el mayor valor, buscando alcanzar la mayor flexibilidad posible en el proyecto, siempre con un alto porcentaje de componentes industrializados.
La industrialización ha de significar en todos los casos, si se planifica correctamente en fase de diseño y posteriormente con una ingeniería de proceso de implantación en obra correcta, una clara reducción de los costes. Si no, debería llamarse industrialización, sino prefabricación. En todos los sectores, la industrialización ha de traducirse directamente en reducción de costes de transformación o producción.
Ha llegado el momento de planificar para construir más rápido, más sostenible más controlado y mas barato. Es tiempo de generar empleo de calidad y de impulsar un sector que hoy, más que nunca, necesita soluciones constructivas innovadoras que ayuden a paliar los problemas del mercado.